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Mi nombre Ramonika. Nací en los Estados Unidos Mexicanos en la ciudad de Hermosillo Sonora, un 8 de Marzo. Soy una apasionada de la lectura y la escritura.

8/20/24

La Dama de Rojo

 


En la vibrante ciudad de Nueva York, donde las luces de neón y el bullicio nunca cesan, existía un rincón que permanecía en las sombras, casi olvidado por la mayoría.


Era un club nocturno exclusivo llamado "El Crepúsculo", conocido solo por aquellos que buscaban algo más allá de la vida mundana. Su reputación de misterio y lujo oculto atraía a una clientela selecta, pero había un aspecto de su encanto que solo unos pocos conocían: Elizabeth, La Dama de Rojo.

Elizabeth no era una clientela común. Cada noche, llegaba envuelta en un vestido rojo brillante que parecía absorber la luz de los candelabros del club, sus pasos elegantes resonando en el suelo de mármol mientras se movía con una gracia sobrenatural. Sus ojos, de un verde profundo, observaban con una intensidad perturbadora a cada persona que pasaba por su lado.


Esa noche, el joven periodista Daniel, intrigado por los rumores sobre una figura misteriosa en el club, decidió investigar.

Los relatos hablaban de desapariciones inexplicables y de una mujer cuya belleza era tan hipnótica que provocaba un terror indescriptible.

Daniel llegó al club, su corazón latiendo con fuerza mientras entraba en el ambiente cargado de música y risas nerviosas. La atmósfera opulenta y los aromas exóticos lo envolvían, pero lo que más le llamó la atención fue la silueta imponente de Elizabeth, sentada en un rincón apartado, rodeada de un aura de misterio.

 

Se acercó a la barra y pidió un trago, mientras sus ojos no podían apartarse de ella. Un camarero, con un rostro inexpresivo, le entregó una copa y le hizo un gesto hacia Elizabeth. Daniel entendió que había sido observado y que su presencia no pasaba desapercibida.

 

—La Dama de Rojo, ¿verdad? —preguntó Daniel al camarero, tratando de sonar casual.

—Ella es el corazón oscuro de este lugar —respondió el camarero con un tono sombrío—. No se acerque demasiado.

 

Pero la advertencia llegó demasiado tarde. Daniel, impulsado por una mezcla de curiosidad y determinación, se dirigió hacia el rincón donde Elizabeth estaba sentada.

Ella levantó la vista y lo observó, con sus ojos color esmeraldas brillantes en la penumbra.

— ¿Te has perdido, querido? —preguntó Elizabeth con una voz que era tanto seductora como helada.

Daniel se detuvo frente a ella, sintiendo una oleada de frío recorrer su cuerpo.

—He oído rumores sobre ti. Dicen que eres la persona implicada detrás de las desapariciones en este club.

Elizabeth alarmantemente con déje de picardía, y la expresión de malicia en sus ojos. La luz de las velas jugaba en sus facciones, acentuando la belleza inquietante de su rostro.

—Rumores... Esas cosas tienen una forma curiosa de revelarse. ¿Y qué te trae a mí, de verdad?

Daniel, sintiendo el peso de su mirada, se esforzó por mantener la compostura.

—Quiero saber la verdad. Hay historias sobre desapariciones, sobre personas que entran aquí y nunca vuelven a salir. ¿Qué está pasando realmente?

Elizabeth se inclinó ligeramente hacia adelante, sus labios apenas rozando el oído de Daniel cuando habló lo hizo con un susurro tan seductor. 

—Algunos secretos están destinados a permanecer ocultos. Y algunos, como tú, llegan a la verdad solo para convertirse en parte de ella.

Antes de que pudiera reaccionar, Elizabeth tomó la mano de Daniel con una rapidez sorprendente, su piel fría como el mármol. El sintió un escalofrío recorrer su cuerpo mientras Elizabeth se acercaba más, su aliento helado contra su cuello.

—No hay vuelta atrás una vez que conoces la verdad —susurró Elizabeth, sus colmillos revelándose sutilmente mientras se inclinaba para mordisquear su cuello.

Daniel, intentó apartarse, pero sus movimientos se volvieron pesados ​​y lentos, como si el aire mismo pesara y estuviera en contra de él. La habitación giró a su alrededor mientras Elizabeth se alimentaba de él, su cuerpo temblando con cada gota de sangre que era extraída.

 

—¿Por qué? —logró murmurar Daniel, su voz apenas un susurro.

—Porque es mi naturaleza. Porque el miedo y la fascinación son los mejores condimentos para alimentar mi alma sentada de sangre—respondió Elizabeth, su tono casi reflexivo mientras continuaba su alimentación.

A medida que la vida de Daniel, se desvanecía, Elizabeth se detuvo, dejando su cuerpo inerte en el suelo. Con un suspiro satisfecho, se levantó, su vestido rojo aún impecable. El club volvió a su normalidad, como si nada hubiera pasado. Los clientes no parecían haber notado nada fuera de lo común, inmersos en su propio mundo de hedonismo.

Tres días después, la noticia de la desaparición de Daniel se difundió, y aunque la policía investigó, nunca encontraron pruebas concluyentes. El Crepúsculo permaneció abierto, y Elizabeth continuó su existencia, siempre en la espera de la próxima víctima que caería en sus garras.

La Dama de Rojo, seguía siendo un misterio, y el mito sobre ella se volvía cada vez más temido y fascinante. Los rumores continuaron, pero la verdad permaneció oculta en las sombras, donde Elizabeth seguía esperando pacientemente su próximo encuentro.


2 comments:

  1. Muchas Felicidades por escribir tan buen relato, espero volver a leer algo tuyo, ahora te sigo.

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